Receta de la longevidad
El Nuevo Día de Puerto Rico/ GDA
Un estilo de vida sano, actividad física y mental, y una alimentación balanceada son los elementos fundamentales para una larga y productiva vida
Le canta una sugestiva canción que habla de amor, de la dulzura de los labios y de la belleza de los ojos de la mujer amada. Mientras lo hace, la mira con cierto coqueteo y ella lo observa entre el asombro y la admiración.
No es para menos. El consumado cantante, que termina su improvisada melodía con una gran sonrisa de satisfacción, recién cumplió 103 años. Pero por la forma en que habla, su tono de voz y su aspecto, muy bien podría presumir de tener mucho menos edad.
Pero don Emilio Flores Márquez, quien nació el 8 de agosto de 1908 en el barrio Santa Cruz de Carolina, Puerto Rico en el seno de una familia "muy pobre, honrada y trabajadora", se siente muy orgulloso de los años que tiene y de todo lo que ha vivido.
"Bajo las circunstancias, uno se mira a sí mismo y se da cuenta de que ya no es el mismo. Pero yo todavía tengo ánimo de hacer muchas cosas", agrega don Millo, como lo llaman sus amistades, con entusiasmo, tras aceptar que nunca pensó que iba a tener una vida centenaria. Pero dice sentirse contento de su edad y de no padecer de ninguna enfermedad. De hecho, solo toma vitaminas diariamente y una medicina para la sinusitis. Y aunque se queja de que ha perdido audición y su visión ya no es la misma, se mantiene activo y camina por el vecindario de la casa donde vive con su hija, Tirsa, en Trujillo Alto.
"Yo nunca mandaba a nadie a hacer las cosas, siempre las hacía yo", afirma en tono enérgico, tras recalcar que trabajó desde los ocho años en los cañaverales "haciendo de todo". Luego emigró a Estados Unidos donde tuvo múltiples trabajos, muchos de ellos en el campo y en una fundición de acero. Y a su regreso, trabajó como chofer de camiones, labor que mantuvo por muchos años.
"Yo solo llegué hasta el segundo o tercer grado porque un día iba con otros niños a la escuela y mi papá estaba arando con bueyes y me llamó para que lo ayudara. Yo era bien chiquito y me caía, pero aprendí a pescozones", agrega el anciano, el mayor de 10 hermanos. Afirma que se puso su primer par de zapatos cuando tenía casi 20 años y que trabajó muy duro durante toda su vida. Pero aprendió a leer y a escribir, "sumar, multiplicar y dividir".
"Me siento conforme con la vida que tengo, no vivo con afanes de nada. Pero a mí no me amedrenta nada, por eso vivo feliz. Siempre con deseos de vivir, de hacer cosas y de ayudar a otros", afirma don Millo, tras resaltar que crió a toda su familia en la Iglesia Bautista de Río Piedras, a la que acude hace más de 70 años.
Atribuye su longevidad al trabajo "con la mente" y al esfuerzo físico y ahínco con el que siempre trabajó, además de una vida de mucho trabajo y sin excesos. Pero acepta que de joven "me daba mis juanetazos". Se refiere a que se tomaba sus traguitos de vez en cuando.
"A mí de chiquito me daban el palito (ron) para matarme las lombrices. Pero después, cuando lo tomaba me caía mal al estómago así que nunca fue un vicio", afirma don Millo, al tiempo que admite que también fumó porque "todo el mundo lo hacía" y nadie decía que eso era malo para la salud. Pero fue por muy poco tiempo porque, enfatiza, no había dinero para gastarlo en eso.
Como don Millo, más de ochocientas personas de 100 años o más viven en Puerto Rico. Entre ellos, doña Felícita Cordovés, quien acaba de cumplir sus 100 años y tampoco padece de alguna enfermedad o condición debido a su edad. Por eso, las únicas pastillas que toma son unas multivitaminas, dice con orgullo su hija Rosa Blanca Menéndez.
Pero a veces, doña Feli, como le dicen sus amistades en el Hogar Las Marías donde reside, decide que no quiere hablar y por más que trata su hija, no lo logra.
"Yo digo que es la selectividad de los 100 años. Es como si se hubiese cansado de hablar. A veces me contesta, pero en otras ocasiones se mantiene sin decir ni una palabra", agrega Menéndez, quien afirma que su madre fue muy activa, caminaba mucho y hacía todas las diligencias del hogar. "Hasta los noventipico se montaba en la guagua para ir al banco", agrega.
En el mismo hogar vive Paz Morales Rodríguez, de 90 años, quien cree que el trabajo y mantener la mente ocupada es lo que hace que las personas no se "pongan viejas". Además, dice sentirse feliz de haber llegado a su edad y en buena salud.
"Soy del campo, cocía tabaco, me trepaba en las palmas y lavaba en el río. Siempre he sido muy activa, nunca fumé y tampoco bebí", cuenta doña Paz para explicar su longevidad, mientras también destaca la buena alimentación como uno de los elementos importantes.
El estilo de vida
Son solo tres ejemplos de vidas longevas que tienen mucho en común. Y aunque los genes puede ayudar, la realidad es que solo es responsable de un tercio de los secretos para llegar a los 100 años. El resto proviene de la forma en que nos cuidamos. Y las investigaciones más recientes muestran que no se necesita mucho tiempo o esfuerzo para cosechar grandes beneficios. Se trata de mantener un estilo de vida sano, actividad física y mental, así como una alimentación balanceada, los elementos más importantes para una larga vida.
"Creo que la característica principal es una actitud positiva ante la vida y ante el mismo proceso de envejecimiento. Son personas que aprecian acumular experiencias con los años, que se sienten orgullosas de haber vivido mucho y que no miran la vejez de una forma negativa", sostiene la doctora Ivonne Jiménez, especialista en medicina interna y geriatría.
Pero también destaca que son personas que siempre se han mantenido activas física y mentalmente. "El estilo de vida es aun más importante que la genética. También es importante una buena nutrición", agrega la también directora del departamento de medicina interna de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas.
Según Jiménez, la mayoría de sus pacientes de mayor edad o que son centenarios no padecen de ninguna enfermedad crónica. "Son personas que, además de la buena genética, también han llevado una dieta saludable", agrega la experta, tras destacar que en los países que tienen mayor concentración de centenarios, se ha visto que generalmente la gente lleva una dieta casi vegetariana.
"Por ejemplo, en la isla japonesa de Okinawa, donde hay una gran concentración de centenarios, se lleva una dieta muy parecida a la mediterránea. Casi no se come carnes, pero sí mucho pescado y granos", agrega Jiménez, quien también hace énfasis en la importancia de mantener las relaciones afectivas, no aislarse y tener grupos de apoyo.
"En esas edades muchos seres queridos se han ido y eso puede causar tristeza o depresión. Por eso, se deben desarrollar estrategias para tener algo por qué vivir y darle sentido a la vida con nuevas metas. También es importante la espiritualidad. En Okinawa, por ejemplo, las personas oran hasta cinco veces al día. Eso les baja los niveles de ansiedad y depresión y ayuda a aumentar la longevidad", explica la doctora Jiménez, quien también pone el ejemplo de don Emilio, su paciente, de quien dice es un hombre muy espiritual.
Precisamente, la psicóloga clínica y gerontóloga Ada Padró destaca que las personas longevas también han aprendido a "dulcificar" su existencia.
"Todo tiene que ver con el estilo de vida que llevan y de su actitud. Las personas que llegan a los 100 años en salud, en contacto con la realidad y orientados, han tenido muchos estímulos y eso contribuye a la longevidad", indica Padró. Además, aconseja a los familiares que ayuden a sus viejos a que se mantengan en contacto con la realidad.
"Es importante dedicarles tiempo y estimularlos constantemente para que se mantengan activos. Además de hacer los exámenes médicos y estar pendientes de los pequeños síntomas. Por ejemplo, tomar acción rápido si se ve aletargado o triste. Todo a tiempo tiene remedio", recomienda Padró, quien también hace énfasis en entablar conversaciones con los ancianos y hablar de su pasado porque eso los ayuda a mantener su "memoria remota". De la misma forma, recomienda que se converse sobre el presente y lo que pasa en el país para que también mantenga contacto con la realidad y el diario vivir.
Alimentación para la vejez
"Una dieta saludable incluye una alimentación variada, con todos los grupos de alimentos -farináceos, carnes y sustitutos, productos lácteos, frutas y vegetales. Hay estudios que demuestran que una buena dieta en la edad avanzada reduce el riesgo de osteoporosis, hipertensión, enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer", explica la licenciada Madeline Rivera, dietista clínica y educadora en diabetes del Hospital Auxilio Mutuo.
"Al envejecer se produce una pérdida de masa muscular y un aumento del porcentaje de la grasa corporal. Además, se pudiera manifestar pérdida del interés por la comida debido a variadas causas, desde dificultad para digerir ciertos alimentos, disminución de percepción del sabor en cierto alimentos, dificultad para tragar o masticar y hasta por depresión y soledad", explica Rivera.
Sin embargo, la educadora destaca que dado que las necesidades de proteínas, vitaminas y minerales siguen siendo las mismas, lo más importante es reducir el consumo de grasas, dulces y toda clase de frituras.
"El menor consumo de estos últimos alimentos no solo les brindará la posibilidad de mantenerse libres de un tejido adiposo excesivo, sino también disminuye el riesgo de tener los lípidos elevados en sangre y otras complicaciones de salud", señala la dietista.
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AHANAOA A. C.
Miguel Leopoldo Alvarado
Fundador y Presidente
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